Los antiparasitarios son medicamentos diseñados específicamente para eliminar o controlar las infecciones causadas por parásitos en el organismo humano. Estos fármacos actúan mediante diferentes mecanismos para destruir o inhibir el crecimiento de organismos parasitarios que pueden afectar nuestra salud.
Estos medicamentos combaten tanto parásitos internos como las lombrices intestinales (oxiuros, áscaris, tenias), como parásitos externos incluyendo piojos, ácaros y otros ectoparásitos. Los síntomas que pueden indicar la presencia de una infección parasitaria incluyen dolor abdominal persistente, diarrea, picor anal nocturno, pérdida de peso inexplicable, fatiga y en algunos casos, presencia visible de parásitos en las heces.
Es fundamental obtener un diagnóstico médico profesional antes de iniciar cualquier tratamiento antiparasitario, ya que diferentes parásitos requieren medicamentos específicos. Es importante destacar que los antiparasitarios para uso humano tienen formulaciones y concentraciones distintas a los veterinarios, por lo que nunca deben intercambiarse entre especies.
En España, las lombrices intestinales más frecuentes incluyen los oxiuros (Enterobius vermicularis), muy comunes en niños, los áscaris (Ascaris lumbricoides) y las tenias o solitarias (Taenia spp.). Estas infecciones parasitarias requieren tratamiento específico según el tipo de parásito identificado.
Los medicamentos antiparasitarios más utilizados son:
Estos medicamentos están disponibles en diferentes presentaciones: comprimidos masticables, suspensiones orales para facilitar la administración en niños, y sobres de polvo para reconstituir. La posología varía según la edad, peso del paciente y tipo de infección, siendo esencial seguir las indicaciones médicas y del prospecto.
Durante el tratamiento es importante mantener precauciones como lavado frecuente de manos, cambio diario de ropa interior y de cama, y corte de uñas para evitar reinfecciones. Las medidas higiénicas complementarias incluyen lavado de frutas y verduras, consumo de agua potable y desinfección adecuada de superficies del hogar.
Los tratamientos más efectivos incluyen champús, lociones y sprays formulados con permetrina, disponibles sin receta en farmacias españolas. Estos productos actúan eliminando tanto los piojos adultos como las liendres adheridas al cabello. La aplicación debe realizarse sobre cabello húmedo, masajeando el cuero cabelludo durante el tiempo indicado en el prospecto, generalmente entre 10-15 minutos.
Para la sarna se utilizan cremas con permetrina al 5%, que deben aplicarse por toda la superficie corporal desde el cuello hacia abajo, incluyendo espacios entre dedos, pliegues y debajo de las uñas. El tratamiento requiere mantener la crema durante 8-12 horas antes del lavado.
Es fundamental tratar simultáneamente a todos los miembros de la familia y desinfectar el entorno doméstico. La ropa de cama, toallas y prendas deben lavarse a alta temperatura. Los tratamientos suelen repetirse a los 7-10 días para eliminar cualquier parásito que haya sobrevivido al primer ciclo de aplicación.
Para el tratamiento de giardiasis, los medicamentos de elección incluyen Metronidazol y Tinidazol, disponibles bajo prescripción médica. La amebiasis requiere un enfoque terapéutico específico según la presentación clínica, mientras que la tricomoniasis cuenta con protocolos de tratamiento bien establecidos que incluyen a la pareja sexual.
Los medicamentos antipalúdicos son esenciales para viajeros a zonas endémicas de malaria. El tipo de profilaxis depende del destino y la resistencia local a los fármacos.
La duración del tratamiento varía según el tipo de infección, requiriendo seguimiento médico para confirmar la erradicación completa del parásito y prevenir recidivas.
Durante el embarazo, muchos antiparasitarios pueden atravesar la placenta y afectar al feto. El paracetamol y algunos tratamientos tópicos para pediculosis son generalmente seguros, mientras que medicamentos como el albendazol y mebendazol deben evitarse en el primer trimestre. Durante la lactancia, es crucial consultar con el farmacéutico o médico antes de iniciar cualquier tratamiento antiparasitario.
Los niños requieren dosificaciones específicas basadas en peso corporal y edad. Los medicamentos como el pamoato de pirantel son seguros desde los 2 años, mientras que otros antiparasitarios tienen restricciones de edad más estrictas. La presentación en jarabe o comprimidos masticables facilita la administración en población infantil.
Los pacientes diabéticos deben monitorizar sus niveles de glucosa más frecuentemente durante el tratamiento antiparasitario. Aquellos con problemas hepáticos requieren ajustes de dosis y seguimiento médico estrecho, especialmente con medicamentos metabolizados por el hígado como el albendazol.
Es fundamental consultar al médico si aparecen síntomas neurológicos, erupciones cutáneas severas o empeoramiento del estado general durante el tratamiento.
La prevención de infecciones parasitarias se basa en medidas higiénicas rigurosas. El lavado frecuente de manos con agua y jabón, especialmente antes de las comidas y después de usar el baño, constituye la medida más efectiva. Mantener las uñas cortas y limpias previene la reinfección por oxiuros.
El lavado minucioso de frutas y verduras con agua potable es esencial. Evitar el consumo de carne poco cocida, especialmente cerdo y ternera, previene infecciones por tenias. El agua de consumo debe ser siempre potable, utilizando agua embotellada en caso de dudas sobre la calidad.
Los probióticos ayudan a restaurar la flora intestinal tras el tratamiento antiparasitario. Es recomendable realizar controles de heces 2-4 semanas después de completar el tratamiento para confirmar la erradicación del parásito. El cumplimiento completo del ciclo terapéutico, incluso si los síntomas desaparecen, es crucial para evitar recidivas y desarrollo de resistencias.