La artritis es una enfermedad inflamatoria que afecta principalmente a las articulaciones, causando dolor, rigidez e hinchazón. Se caracteriza por la inflamación del tejido que recubre las articulaciones, conocido como membrana sinovial. Los principales tipos incluyen la artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune que afecta múltiples articulaciones simétricamente, y la osteoartritis, un proceso degenerativo que deteriora el cartílago articular con el tiempo.
Los síntomas más frecuentes comprenden dolor articular persistente, rigidez matutina, hinchazón, limitación del movimiento y fatiga general. En España, se estima que más de 4 millones de personas padecen algún tipo de artritis, siendo más prevalente en mujeres y personas mayores de 65 años.
Los factores de riesgo incluyen la edad avanzada, predisposición genética, obesidad, lesiones articulares previas y ciertos factores ambientales. El diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado son fundamentales para controlar los síntomas y prevenir el deterioro articular progresivo.
Los AINEs constituyen el tratamiento de primera línea para el control del dolor y la inflamación en la artritis. Estos medicamentos actúan inhibiendo las enzimas ciclooxigenasa (COX-1 y COX-2), reduciendo la producción de prostaglandinas responsables de la inflamación y el dolor.
Es fundamental considerar las contraindicaciones, especialmente en pacientes con úlcera péptica, insuficiencia renal o cardíaca, y durante el embarazo. Se recomienda usar la dosis mínima efectiva durante el menor tiempo posible, preferiblemente con protección gástrica en tratamientos prolongados.
Los analgésicos son fundamentales para controlar el dolor asociado con la artritis. El paracetamol representa una opción segura y eficaz, disponible en presentaciones como Gelocatil, Efferalgan y Paracetamol Cinfa. Para casos de dolor más intenso, el metamizol (Nolotil) ofrece mayor potencia analgésica, aunque requiere prescripción médica.
Es crucial respetar las dosis recomendadas y consultar al médico si el dolor persiste más de una semana, aparecen efectos secundarios o se requiere aumentar la frecuencia de administración.
Los tratamientos tópicos ofrecen alivio localizado con menor riesgo de efectos sistémicos. Voltaren Emulgel y Flogoprofen gel proporcionan acción antiinflamatoria directa en la articulación afectada, mientras que los parches Thermacare ofrecen calor terapéutico durante 8 horas.
Las pomadas con capsaicina generan calor natural que bloquea las señales de dolor. La aplicación tópica permite concentrar el principio activo en la zona afectada, reduciendo la exposición sistémica.
Los suplementos nutricionales representan una opción complementaria valiosa en el tratamiento de la artritis. Los condroprotectores como la glucosamina y condroitina, presentes en productos como Condrosan y Drenaline Forte, ayudan a mantener la salud del cartílago articular y pueden reducir la progresión del daño articular.
La evidencia científica respalda el uso de estos suplementos como terapia coadyuvante, especialmente cuando se combinan con el tratamiento farmacológico convencional. Es importante mantener la constancia en su consumo para obtener beneficios significativos.
El manejo integral de la artritis requiere un enfoque multidisciplinario que combine tratamiento farmacológico con cambios en el estilo de vida. El ejercicio moderado, como natación, caminar o yoga, fortalece los músculos periarticulares y mejora la flexibilidad sin sobrecargar las articulaciones afectadas.
Una dieta antiinflamatoria rica en pescados grasos, frutas y verduras, junto con la reducción de azúcares refinados y grasas saturadas, contribuye significativamente al control de los síntomas. La aplicación alternada de frío y calor proporciona alivio inmediato: el frío durante los brotes agudos y el calor para la rigidez matutina.